viernes, 3 de septiembre de 2010

A Ti, Cristo crucificado.

 
Estoy a tus pies
junto a tu madre, Juan y pocos más.
A ti, que no te bastó llevar a cuestas tu cruz,
sino que cargaste con la nuestra
haciéndola más llevadera.
Me siento culpable.
Quisiera quitar uno a uno
los clavos, no sólo los que te atan a esta cruz,
también todos los que te fui clavando a lo largo
de tu vida.
 
Acudí al pesebre
con alegría,
a darte la bienvenida.
Hoy vengo a tus pies
un poco compungida,
pero no a despedirte, a
PEDIRTE QUE TE QUEDES.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Maite soy Izaskun. Me gustaria que me dedicaras una poesia para mi y mi perro Tarzán que es de raza pequinesa el es muy
bueno y le quiero mucho ademas que
me acompaña en los momentos dificiles, El tiene 10 años y yo 20cuidate.

Anónimo dijo...

hola Maite me gustan tus poesias enhorabuena. has
pensado alguna vez en hacer un
libro de poesias ?
me gustaria conocerte .

un beso

Anónimo dijo...

hola Maite me gustan tus poesias enhorabuena. has
pensado alguna vez en hacer un
libro de poesias ?
me gustaria conocerte .

un beso

Anónimo dijo...

Hola Maite,me llamo Javier,estudio en el Colegio Santa Catalina, haciendo un PCPIE de administrativo.
Voy en sila de ruedas desde que nací.me encantan los gigantes de Pamplona,bueno, todos los gigantes.
Me ha gustado mucho esta poesía.
Un abrazo,

Javier

Luna Escondida dijo...

Hola Izaskun. Gracias por tu comentario. A mí también me gustaría regalaros unos versos pero, esto no funciona así.Primero he de conoceros y, luego, con el tiempo eso nace.
Ya lo siento. Un abrazo poético.
(Luna Escondida.)

Luna Escondida dijo...

Gracias por tu aprecio.
El libro de poesías ya lo escribí hace un par de años. Ahora le estoy dando a la prosa.
Lo de conocerme pronto se hará realidad.
Saludos poéticos
(Luna Escondida.)

Luna Escondida dijo...

Javier, sabes? El que vayamos en silla de ruedas, también yo voy, para nada mengua nuestra valía como personas. Muchas veces superamos en altura, grandeza a más de uno. En ocasiones somos verdaderos gigantes. Y así como tú veneras a los gigantes de Pamplona, seguro que un día cercano, si no ha sido ya, alguien queda prendado de tu persona.
Un abrazo Javier.